Pablo Ignacio Calandria (Ituzaingó, 15/03/1982) es un ídolo en Rancagua, ciudad donde juega el Club Deportivo O’Higgins en el estadio El Teniente. Él, al igual que el histórico militar chileno que da nombre al equipo, se ha convertido con sus gestas en una de las figuras del plantel que consiguió ganar el Torneo Apertura en 2013. Somos Lega viajó hasta esta céntrica población chilena para conocer la historia y las sensaciones previas al partido entre Leganés y Málaga, dos de los conjuntos en los que jugó en España.
Pregunta: ¿Puede caminar Pablo Calandria de la misma manera por Rancagua que por Ituzaingó?
Pablo Calandria: No, es totalmente diferente. En Ituzaingó está la familia y algunos que me conocen y que se acuerdan de Pablo, aquel que jugó en las categorías inferiores de la selección argentina. En Rancagua uno es totalmente reconocido y siente rápidamente el cariño de la gente en todos lados.
P.- Echando la vista al pasado, con 17 años debutas con Huracán y marchas a Europa. ¿Fue demasiado prematuro?
P.C.: Hoy “viéndolo con el diario del lunes”, como se suele decir, sí, pero dada la situación en la que se encontraba el club con el descenso a Segunda División, me obliga prácticamente a venderme porque hay una oferta importante y a ellos les llegaba un dinero por ese traspaso. Con 17 años te dicen ‘te vas a jugar a Segunda División o te vas a Marsella dando un salto económico’. En aquel momento pienso que la mayoría hubiera hecho lo mismo que yo.
Me hubiera gustado ir a préstamo para volver a Argentina y foguearme un poco más, pero tampoco sé como me hubiera ido. Creo que las cosas en ese momento las tomé con absoluta tranquilidad y seguro de lo que hacía.
P.- ¿Crees que ha cambiado la tendencia actual del jugador sudamericano y su llegada a Europa?
P.C.: Sí, totalmente. Yo cuando llegué a Francia Javier Clemente me veía como un niño que no estaba preparado para jugar en Ligue 1. Hoy los chicos con 20-21 años, a la edad que llegué yo a España, están debutando ya. Ha cambiado totalmente esa filosofía.
P.- Marsella y Málaga son tus dos primeros destinos antes de recalar en el Leganés, ¿cómo se fragua tu llegada?
S.P.: En Francia estuve dos años. Entrenaba con el primer equipo y jugaba con el reservas. Posteriormente el director deportivo del Málaga, que me conocía de la selección sub 17 argentina, me firma más como apuesta personal que por orden de Joaquín Peiró, que quería otro tipo de delantero (Perico Ojeda, del Numancia). Como se vio, no me utilizó nada y mi cabeza futbolística empezó a cambiar. Tenía que empezar a pensar en jugar y salió la posibilidad del Leganés, junto con otras, pero mi representante me dijo que era un buen sitio para iniciarme.
P.- Los primeros partidos fueron complicados. El equipo sufre la eliminación en Copa del Rey frente al Linares y Calandria no termina de cuajar. ¿Te costó arrancar con la camiseta pepinera?
P.C.: Tenía 20 años, era nuevo, intentaba jugar y el principio fue duro. Me veía muy joven, jugando en Segunda División, los partidos eran muy intensos… todos dudaban pero por suerte al final se pudo cambiar ese pensamiento que tenían sobre mi.
P.- Destituido Carlos Sánchez Aguiar llega Enrique Martín que poco a poco te va dando una oportunidad que no desaprovechas. ¿Cómo fue tu relación con el técnico?
P.C.: De Enrique Martín puedo decir que adquirí prácticamente todas las enseñanzas del fútbol. Él no me quería para nada y me lo dijo abiertamente. Todas las anécdotas que tengo son con él. Me insultaba, a mis padres, a todo el mundo… (ríe). Todo cambió cuando faltaban ocho partidos, lo recuerdo perfectamente. Se habían lesionado todos los delanteros, no quedaba otro y me tuvo que poner a mí. En la charla previa al partido contra el Racing de Ferrol me dijo “Calandria, ahí está la oportunidad que tanto querías, no me pidas dos, tres o cuatro partidos. Tienes una sola oportunidad. Si te la comes, vas a seguir jugando, si no, a la puta calle, como estabas antes, ahí, en la tribuna. Mejor que esta oportunidad no vas a tener en la vida”. Enrique era un tipo peculiar. Nos tenía prohibido decir en el vestuario “es que” porque siempre iba acompañado de alguna excusa (ríe).
P.- A partir de ahí su situación da un giro de 180 grados. Dos goles al Zaragoza, dos al Almería y dos al Getafe… No sé si sabe Pablo Calandria que es un ídolo para la pequeña afición del Leganés (de por aquel entonces) con esa victoria por 0-3 en campo del eterno rival.
P.C.: Sí, he visto que hace unas semanas coincidiendo que se jugaba contra el Getafe pusieron mis goles de ese partido y se me pusieron los pelos de punta. Por lo menos algo dejé (ríe).

Calandria y Nano. Foto: JUAN MANUEL BUENO (MARCA)
P.- Sin embargo la temporada termina de la forma menos deseada con aquel descenso en Terrassa. ¿Cómo lo viviste personalmente?
P.C.: Muy difícil, son momentos muy duros, totalmente diferentes a luchar por un campeonato, hay un nivel de estrés terrible. Son partidos en los que sabes que si pierdes, te vas. Fue muy triste.
P.- En ese equipo coincides con Unai Emery, Juan Carlos Carcedo y Pablo Villanueva ‘Villa’, actualmente todos parte del cuerpo técnico del PSG. ¿Se les veía porvenir en aquel momento?
P.C.: Sí, tanto a Unai como a Juan Carlos se les veía que tenían pasta de entrenadores. Ellos hablaban mucho. Incluso Emery se le plantó un día a Enrique Martín en una charla después de un partido y empezaron a discutir acaloradamente (ríe). Él hacía sus análisis tanto nuestros como del rival y ponían cosas en común.
P.- Meses después, con el equipo de nuevo en Segunda División tras el descenso del Compostela, vuelves al Leganés en un proyecto con José Pekerman a la cabeza. ¿Cuánto influyó la llegada del secretario técnico para retornar?
P.C.: Lo tuve en mis inicios en el fútbol en las categorías inferiores e hizo mucha fuerza para que yo volviera al club. Tuve ofertas de mayor cuantía del Rayo Vallecano y del Alavés pero no dudé: quería jugar en el Leganés.
P.- De Jesús Polo a Daniel Grinbank. Cambio de tradición por expansión en poco más de dos meses. ¿Ilusionaba jugar en esa plantilla?
P.C.: En un primer momento fue espectacular. Jesús Polo siempre fue una persona muy cordial pero de un día para otro parece ser que el Leganés quería pegar el salto para competir por grandes cosas y empezó un proyecto que pintaba muy bien pero que terminó muy mal.
P.- Quince argentinos, nueve españoles y un chileno. ¿Cómo se convivía en ese vestuario?
P.C.: Al principio fue difícil, uno tenía mucha esperanza e incluso se podía haber hecho algo muy bueno a medio-largo plazo pero no era para seis meses o un año. De haber habido más continuidad, el Leganés, con esa confección, podría haber llegado a Primera División. A mi parecer tenía muy buena idea con buenos jugadores, pero creo que Grinbank, al no ser una persona muy ligada al fútbol, pensaba que en seis meses teníamos que estar primeros y ganando por goleada.
No conocía lo que era la Segunda División, una liga muy complicada, donde hay 22 equipos de los que puede ascender o descender cualquiera y no se puede prever con antelación. Me fijo mucho actualmente y equipos como Recreativo o Mallorca que descendieron a Segunda “B” tenían plantillas para ascender.
P.- Jugaste una eliminatoria contra el Real Madrid donde a punto estuvisteis de dar la campanada, ¿cómo la recuerdas?
P.C.: Como todo equipo de Segunda División, enfrentarse a uno de los equipos más poderosos de todo el mundo te hace mucha ilusión y quieres pasar de ronda. Luego, como se dice en el mundo del fútbol, “son once contra once” y a veces te puede pasar el llamado “miedo escénico” que los ves como extraterrestres. Ese partido me quedó grabado, fue memorable en la historia aunque no se llegó a pasar pero todo el mundo lo recuerda. Teníamos todo a nuestro favor y de repente nos empatan en el último minuto yendo a la prórroga donde pudimos marcar el 3-2 pero tristemente lo hacen ellos y nos eliminan.
P.- Ahora es algo natural enfrentarse al Real Madrid, e incluso de eliminarlos. ¿Dice muchas veces Pablo Calandria eso de ‘yo jugué en el Leganés’?
P.C.: Sí, incluso ahora mucho más. Algunos me dicen ‘¿viste lo qué hizo el Leganés?’ y les respondo ‘yo jugué en ese equipo, contra el Real Madrid, perdimos…’ y le cuentas toda tu historia.

Arriba: Raúl Arribas, Calandria, Macanás, Nico Medina, Alessandria, Navas. Abajo: Melgar, Txiki, Pardo, Enría y Arrué
P.- Después de aquel partido Daniel Grinbank se queda con la recaudación del partido y se sabe posteriormente que nunca hubo un traspaso de poderes claro entre él y Jesús Polo. ¿Empezasteis a sentir algo raro?
P.C.: Fue un total desconcierto. Nadie sabía que iba a pasar. Muchos compatriotas fuimos con mucha ilusión y con ganas de hacer un gran campeonato pero al irse él cambiaron todos los planes. Pekerman quiso quedarse como entrenador ya que la mayoría de los jugadores fuimos por él y quiso dar la cara ocupando el banquillo pero no le dejaron por normativa. Si hubiera seguido nos hubiera ayudado a todos porque confiábamos en él. Posteriormente Martín Delgado intentó sacar lo mejor de todos nosotros pero tuvimos una racha negativa y eso nos condenó. Los segundos seis meses fueron complicados porque nadie sabía cual era el rumbo del equipo.
P.- Nueve empates consecutivos no terminaban a sacar al equipo de los puestos de abajo, ¿qué pasó?
P.C.: Empatamos mucho y nos costaba mucho ganar y eso nos sentenció. En la primera vuelta teníamos buenos partidos, jugando bastante bien aunque nos costase ganar en casa y incluso fuera lo hicimos en alguna ocasión. En aquel momento no estábamos tan mal pero nos faltaba ganar dos partidos seguidos para meternos arriba. En la segunda vuelta fue todo lo contrario, esos empates se hubieran hecho buenos de haber sumado de tres en algún partido.
P.- Último partido: Leganés-Córdoba. Historias de maletines, jugadores con vuelos nada más acabar el encuentro… ¿le consta?
P.C.: Me dolió esa suspicacia. Nunca se terminó de saber. Se toca a compañeros que compartiste mucho con ellos y es difícil pensar que hayan aceptado algo. En mi caso me cuesta creer que haya jugadores que se vendan pero en el fútbol nunca se sabe y todo eso quedó en el murmullo. Algunos fueron marcados pero creo que nunca se va a saber la realidad. Por lo que yo leí, se señaló en un principio a jugadores argentinos y luego a españoles. Es difícil de creer.
P.- ¿Piensas qué con los años cuando prescriba se sabrá la verdad?
P.C.: En otras circunstancias al cabo de unos años todo se sabe porque siempre hay compañeros con los que coincides en otros equipos y termina saliendo, pero a estas alturas lo veo difícil.
P.- ¿Qué se llevó de aquella experiencia?
P.C.: Estuve anteriormente en equipos grandes como Marsella o Málaga pero sin participación en el juego. En dos años en Leganés me pasó de todo pero marcó mi carrera porque me hizo crecer mucho y porque fueron mis primeros pasos, donde me sentí futbolista profesional por primera vez en mi vida.
P.- ¿Pudo volver en algún momento a Leganés posteriormente?
P.C.: No. La verdad es que después transitamos lugares diferentes: España, Argentina, Chile… Con el ascenso a Segunda División si me hubiera gustado volver porque uno extraña aquellos años pero lo veía muy complicad dado que estaba todo muy bien en Chile y con 30 años era difícil. Juan Antonio Pizzi apostó por mi en Santiago Morning y Universidad Católica y posteriormente me fue muy bien con Berizzo en O’Higgins, con quien salimos campeones.
P.- ¿Le dolió ver como le despidieron del Sevilla?
P.C.: Sí, mucho. Creo que pensaron que su enfermedad se podía demorar y la situación deportiva no era buena. Oscar Arias tenía mucha responsabilidad con la inversión realizada este verano y quizás tomó una decisión precipitada fruto de la presión. Creo que con Monchi no hubiera pasado lo mismo.

Calandria celebrando un tanto. Foto: www.prensafutbol.cl
P.- ‘Cracklandria’, un sandwich con su nombre o niños que se llaman Pablo Ignacio, ¿cómo llevas el cariño de Rancagua?
P.C.: Contento y feliz de poder haber logrado lo que todo jugador desea: estar tranquilo, que lo quieran, que las cosas le salgan. Han hecho muchas cosas por mi en esta ciudad y me da un poco de vergüenza porque soy un poco extrovertido, no estoy mucho en redes sociales y no me vendo lo más mínimo (ríe). Hay gente que se ha tatuado mi cara o mi nombre y les digo que por qué lo hacen, que no vale la pena. Ahí está el papel del hincha, muchas veces no te das cuenta de lo que provocas en la gente. En cuanto al sandwich, yo mismo elegí los ingredientes que tenía que llevar (risas).
P.- No has debutado todavía en el torneo a causa de tus problemas en el pie pero, ¿qué valoración haces del equipo?
P.C.: Lo veo bien. En campeonatos anteriores no nos ha ido del todo como esperábamos pero nos ha servido para crecer como equipo y creer en la idea del técnico con posesión de balón, circulación… Nosotros estábamos acostumbrados a otro estilo de fútbol y nos costó mucho. Este año han llegado jugadores con ‘buen pie’, que es lo que pide el entrenador, y ha ido mucho mejor. Se ve un buen futuro. El fútbol son momentos y hay que aprovecharlos.
P.- En el banquillo todo un ilustre como Gabi Milito, ¿se le ve futuro?
P.C.: Sí, por supuesto. Tiene mucha personalidad, es claro con sus ideas, lleva muy bien el grupo y es un gran líder. Tiene tres reglas que cumple perfectamente: ser buen tipo, tener una idea y llevarla a cabo a pesar de los resultados y ser consecuente con lo que se dice. La idea que busca como entrenador, desde mi punto de vista, es muy buena y debería irle bien.
P.- ¿Y a Calandria?
P.C.: Ya vamos poco a poco, año a año, mes a mes. Tengo contrato hasta diciembre y ya veremos hasta donde me da la cabeza porque físicamente me siento bien.
P.- ¿Dónde se ve una vez que se retire?
P.C.: Me gustaría seguir ligado al fútbol. Lo he vivido mucho y he tenido entrenadores que me han dejado muchas enseñanzas. El papel de técnico me gusta e incluso ya tengo el título. Yo creo que va a ir por ahí. No pude volver al Leganés como jugador pero quien sabe si lo pudiera hacer como técnico.
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