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Carlos Sánchez Blas | «Sueños de radio gracias al Lega»

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No entiendo el fútbol sin la radio. No entiendo la radio sin el fútbol. Sí, vería el fútbol si no existiera la radio, pero no sería lo mismo. La cajita de los sueños alimenta emociones, alegrías, disgustos, risas y cabreos. Sí, escucharía la radio si no transmitiera el fútbol (de hecho lo hago), pero es como una riquísima ensalada (pepino incluido, por supuesto) a la que le falta lo más importante: el aliño. Para mí el fútbol es radio. Para mí la radio es fútbol. Y ahí aparece, claro, el Club Deportivo Leganés.

He sido (y espero volver a serlo) mucho más feliz en los campos de Segunda B y Tercera que en los de Primera División. Allá el oficio se vive con más pureza, las relaciones son más naturales, los periodistas escasean, las cámaras están lejos. La radio siempre ha contado lo que no se ve, y poder ser los ojos de los oyentes es maravilloso. Mi infancia, mi adolescencia, mi etapa universitaria y mis treinta han estado siempre salpicados de fútbol y de Lega. Apasionado del deporte y de la radio, despertaba las bromas de mis amigos de toda la vida, que son muy cabrones, cuando cada sábado por la tarde les decía que me incorporaba más tarde a la misión nocturna de rigor. Ellos se mofaban: «Joder, el Charlie, otra vez que se queda escuchando por la radio un Canoe – Leganés». Lo sé, ese partido jamás se jugó, pero era la forma que ellos tenían de unir fútbol, basket y radio, 3 de mis grandes pasiones.

Me gustaba encender la caja de los sueños y comenzar a soñar. Trasladarme a las cabinas del Luis Rodríguez de Miguel y contar las hazañas de Peces o Mesas. Y desgañitarme con los goles de Eto’o, Catanha o Moisés, como hacía con sordina agachado en mi habitación mientras mi madre pensaba que estaba estudiando. No mamá, jamás fui capaz de estudiar durante más de una hora seguida, ya sabes que mi pasión era la radio y el deporte. Cada fin de semana protagonizaba una gran película de ficción: un locutor que vivía su partido paralelo, su radio paralela, su sueño paralelo, su locura paralela. Y en esa etapa inolvidable de mi vida el Leganés formaba parte de mi imprescindible guión.

A veces lo sueños se cumplen… y yo cumplí el mío. ¡Cuántos partidos del Lega, cuántas mañanas de domingo en Butarque! Formé pareja radiofónica con Laura Cabrera para trasladarle al mundo lo que hacían esos 11 muchachos uniformados con rayas blancas y azules. Los Macanás, Fede Bahón, Melgar o Miguel Ángel se convirtieron en actores de mis latidos. Y gocé derbis de plata a cara de perro. Y estuve en Terrassa llorando a través del 101.3 un descenso que al final fue interruptus. Y viví de cerca el Leganés de los argentinos. Y junto a mi socio Rafa Quero (¡qué gran tipo, joder!) recuperé mi infancia marcada por ese «La radio cuenta lo que no se ve», con inolvidables fases de ascenso en las que se lloró muchas veces de tristeza… y se berreó una sola vez de euforia. Y sigo pendiente a cierta distancia, que para mí es muy corta, del «Leganés de los vascos», el de los cachorros sobre la hierba y el del gran comandante en el banquillo.

Queridos amigos de Hora Blanquiazul. Queridos hinchas del Leganés. Sé que el Lega forma parte de vuestras vidas. Y quiero que sepáis que también forma parte de la mía. Porque siempre he defendido con ahínco que mola mucho ser de un equipo pequeño. Porque ya cerca de los 40 sigo siendo un niño que sueña con cantar goles desde las alturas de Butarque. Porque me gusta que la fábrica de sueños no se detenga nunca, que este proyecto crezca, que la gente luche, se faje, pelee, se levante una y otra vez para intentar acariciar suavemente eso que algunos llaman éxito. El éxito no es más que ser feliz, aunque sea durante un ratejo. El reloj blanquiazul siempre está en hora. Y me alegra muchísimo que lo luzcáis con orgullo en vuestras muñecas.

Carlos Sánchez Blas. Periodista de Radio Marca.