Hace un par de días llamé a las oficinas del club con la vaga esperanza de acercar a mi sitio la ubicación del asiento de mi hija Alma. Si la línea del centro del campo se prolongase por la grada lateral partiría mi butaca de abonado en dos, reconozco que es un lugar privilegiado en dónde se vive el fútbol de manera diferente a como se ve desde las cabinas de retransmisión… con el bullicio de la gente, a pocos metros de la nueva pradera se respira más balompié, casi te azota en la cara el frescor de la hierba, y de vez en cuando hasta percibes el rastro que el linimento va dejando a la salida de vestuarios. Para grata sorpresa mía el bueno y siempre dispuesto José Bermejo me comunicó que la silla 89 de la fila 8 estaba libre, ¡Increíble! Más cerca imposible. ¡Resérvamela!
Con apenas un añito de vida, mi niña no tiene ni idea de lo que es el fútbol, pero tiene a la pelota como uno de sus entretenimientos preferidos… ahora estoy intentando que levante sus bracitos cuando canto algún ficticio gol y no me haga los pucheros que me hizo el día que la locura se apoderó de mí cuando no me quedó otra que ver junto a ella –y desde la tele– el pasado Betis–Leganés… ¡no lloro “ná” la pobrecita mía esa tarde!
Cuando veníamos de cambiar su carné y de vuelta a casa, algo llamó mi atención. Primero vi a un chavalín cuyo tamaño encajaría perfectamente en la categoría de chupetines acompañado de su madre, luego otro par de chicos algo mayores con bocata en mano y pelota en los pies, antes de llegar a los pisos del Campo de Tiro, un grupo de cuatro chavales cuya edad rondaría la quincena y finalmente antes de meterme en el garaje de mi casa vi a un hombre con la que supongo sería su hija.
En el trayecto vi a muchas más personas como es lógico pero es que todas estas que nombro a excepción de la mama, llevaban puestas camisetas del C.D. Leganés, ¡alucina!
Ni una de Ronaldo, tampoco de Messi, ¿casualidad? Yo creo que no. El más pequeño portaba una de Mantovani, también vi alguna negra y otras de temporadas pasadas, las demás estaban escritas con sus nombres… ¡qué más da si al Lega le sigue creciendo!
Hemos progresado en todos los aspectos, de puertas para adentro es innegable que se están haciendo las cosas francamente bien, y de ahí que esto este en expansión continua (como Punset) que decía mi amigo “Crusta” en el video más cómico y socarrón de la historia del club. Es eso y la interminable y valiosísima colección de carteles épicos anunciando partidos, eso y que te saquen un álbum de cromos con tu niño estampado en un adhesivo, eso y la encomiable labor del “El lega vuelve al cole». Todo eso es lo que ha creado el germen. ¡Coño!, que mi mujer trabaja en una escuela en Rivas Vaciamadrid y tiene un alumno que es acérrimo seguidor blanquiazul y allí no han viajado jugadores con carabelas a “pepinizar” nuevos mundos en la doctrina de los laureles… y estoy hablando de una ciudad que está a 35 kilómetros de la nuestra. Tú te harías del Illescas o del Parla, o del mismo Alcorcón cuando estuvo a punto de llegar a primera… yo creo que no, y entonces nosotros ¿por qué somos diferentes?
Antiguamente nos poníamos las zamarras del “buitre” o de Hugo Sánchez, de Baltazar o del barcelonista Quini, o vaya usted a saber, porque sólo venían con el número (cuando venía) y el escudo cosido con tan mala leche que no paraba de picarte el pecho. Ahora es un gustazo ver y oír como los lunes en la escuela, o en los patios de vecinos, o en la pachanga de los colegas no sólo se habla de los goles de Cristiano y Leo, ahora están presentes el testarazo de Martín, la carrera de Szymanowski o la parada de Serantes, y lo más cojonudo es que los chavales llevan puestas sus camisetas y se piden al Lega cuando juegan una “limi” o echan un partidillo. Muchos de ellos ya van a Butarque, otros lo acabarán haciendo porque el patógeno definitivamente se ha convertido en virus. Se contagia del boca a boca y con el contacto directo con los ya infectados, hay que tener cuidado porque te entra por los ojos, te seduce y te enamora. Una vez dentro te acelera el pulso a medida que se acerca el fin de semana, y sientes como el corazón late más fuerte cada vez que Jon Ander atrapa un balón y sientes la necesidad de gritar cada vez que Borja Lázaro recoge un balón dentro del área… más allá de eso es inofensivo, pero su expansión esta en continuo crecimiento.
Yo, a mi niña, la di su pequeña dosis recién nacida… y de aquí a nada se sentará a mi lado. No traten de escapar, déjense seducir porque el virus les acabará contagiando.
¡Ah! Somos diferentes, porque sencillamente siempre lo hemos sido, ¡somos pepineros! ¡Somos Lega!
Rafa Quero. Locutor de Onda Madrid.
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