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Con la vajilla intacta

C

asi todos los pronósticos apuntaban a una goleada humillante en el Camp Nou este domingo. No eran pocas las voces que hablaban de la manida visita al dentista dando por asumido que el resultado sonrojaría a un Lega venido a menos en las últimas semanas. Para colmo, cinco días antes, el PSG había herido de muerte a un Barça que estaba obligado a vencer y convencer y al final sólo pudo hacer lo primero y de puro milagro.

La lógica combina mal con el fútbol. Muy mal. De ser así el Leganés seguiría jugando en Segunda División. O vaya usted a saber dónde. A ese «dos más dos son cuatro» se opuso el Lega, que -ni corto ni perezoso- dio toda una lección de valentía en la casa del mismísimo campeón de Liga, el templo del equipo que ha marcado el paso de la última década. Los de Asier demostraron que, si se cree y se quiere, se puede.

No hace falta parafrasear al Cholo Simeone para explicar el ejemplo. El propio Garitano se empeñó en la previa de hacer creer a la prensa, cuyas preguntas dejaban a un lado el resultado. «¿Pero por qué me preguntáis así? Nada es tan importante como el resultado y vamos a ir a sumar», avisó el pasado viernes. Él, mejor que nadie, sabe que CREER es el primer paso para conseguir una meta por muy lejana que parezca.

Messi se encargó de alimentar todos los pronósticos. El mejor jugador del mundo solo tuvo que empujar un pase de Suárez para hacer el primero a los tres minutos. Pero ahí murió un Barça que ni tuvo hambre, ni fue un vendaval, ni superó en fútbol a un Leganés cuyo presupuesto es casi veinte veces inferior al suyo. De poder pagar los platos rotos a dejar el Camp Nou con la vajilla intacta. Es más, un servidor la ha visto con más brillo que nunca.