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ay dos caminos para salir satisfecho de un restaurante. Pagar una buena factura o gastarte lo justo y terminar como si te hubieses comido la mismísima estrella Michelín. Ayer, en Girona, el Lega eligió el segundo itinerario. El de pagar poco y sacar mucho. El de hacer lo justo y llevarse premio. El de estudiar la noche de antes y aprobar con más holgura de la que imaginaba. Sobreesfuerzo al margen (este equipo corre como si no hubiese mañana), la propuesta fue débil, atenuada por la obsesión de Garitano de meterse bajo el paraguas lejos de Butarque.Propuesta, que conste, que siempre acaba con el mejor de los resultados. O casi el mejor. Ocho semanas en puestos de ascenso directo y liderato. No hace falta repasar la clasificación, es mucho más gratificante quedarse con la sensación que desprendió el gol de David Timor, que lo niveló todo. El equipo catalán había sido mejor, había tirado más y había achicado al líder hasta una de sus peores versiones. Pues ahí, en la mayor de las flaquezas, apareció la solidez del Lega obviando la derrota contra el Tenerife y sacando músculo como tocaba.
Timor se llevó con la cabeza un balón dividido que él mismo terminó rematando tras un gran servicio de Szymanowski. Rubén Peña ordenó a Borja Lázaro que cogiese el balón. Quedaban 20 minutos y le marcó el camino con el dedo índice. Querían más. No llegó el segundo, ni tampoco del Girona gracias al bendito Serantes. Todo suma en una plantilla hambrienta y cuando hay hambre deben abrirse las puertas del cielo. El Lega lleva ocho semanas haciendo cola a San Pedro, el Lega lleva ocho jornadas knock-knock-knockin’ on heaven’s door…
Pd: Se recomienda la lectura con la versión de Bob Dylan de fondo.