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uedan ocho jornadas y el Lega se ha ganado a pulso vivir con tranquilidad el tramo final de la temporada. La mejor forma de entender este «triunfo» estaba en las conversaciones de los casi 11.000 seguidores que ayer poblaron las gradas de Butarque. «¿Qué tal en el pueblo? ¿Estuviste en la procesión de todos los años? Anda, que te he visto las fotos que has subido en la playa«. Palabras que se alargaban aún con el balón en juego y que desprendían la misma calma que desprende la clasificación. No escuché a nadie haciendo cuentas, ni recordando lo bien que había venido la derrota de Las Palmas un día antes. La tabla se mira de reojo y casi no importan los puntos porque todo el mundo sabe que la salvación es sólo cuestión de tiempo. Que el gran trabajo ya está hecho.Además, el Lega jugó un buen partido pese a la derrota con el Valencia. Un tiro en contra y un gol. El de Rodrigo, un delantero llamado a lucir la roja este verano en Rusia. Esa es la diferencia entre el cuarto clasificado y el decimotercero. El ‘punch’ de los metros finales, el acierto que desnivela un partido destinado a terminar en empate. Y ese es el escalón a subir la próxima temporada. Habrá dos caminos. El del conformismo. Seguir igual que esta temporada, que ha sido maravillosa. O el de la ambición. El que puede convencer a Garitano para continuar ocupando el banquillo de Butarque. El de gastarse un poco más, el de dar un salto que convierta la tranquilidad de estas últimas jornadas en la emoción de poder seguir rompiendo límites.
No lo digo yo, despojado de autoridad, lo dice un Asier Garitano que lleva sin mirar al decimoctavo clasificado desde el mes de enero. Sabemos de dónde venimos, por supuesto, pero lo más importante es saber si se quiere seguir contemplado las vistas o subir algunos metros más de la montaña. Y estoy de acuerdo. El equipo está muy bien, trabaja como pocos y genera el ‘uy‘ de la grada, pero «falta lo que más cuesta en el fútbol: el gol», dijo ayer el de Bergara. Esa sería la próxima victoria del Lega. Esa y la renovación de Txema Indias, la primera y más importante una vez se desvele el futuro del míster. La de El Zhar y la de Mantovani. O al menos aclarar la situación del jugador más relevante de la historia reciente del club. Déjenme que pervierta el refranero español, pero ojalá el bosque no impida ver los árboles. Cada árbol. Y sobre todo, ese árbol.