M
e agarro a las últimas horas del día para consumir la información de Segunda. Vuelvo a ver los goles contra el Lugo y actualizo la página web del Alavés, a ver si Toquero viene o no viene a Butarque. Me escriben compañeros de Vitoria y nos vacilamos como es debido. Juli y el ‘lehendakari’ terminan siendo Cruyff y Maradona. Ya saben cómo son los vascos. Osadías al margen, el partido del domingo es la final de la ‘Champions’ para pepineros y babazorros. El Lega juega por ser líder de Segunda y no es el mes de agosto, ni tan siquiera el de noviembre. Con esto lo tienen todo, no hace falta que sigan leyendo.Les confieso que a mí ya me vale, que esto que está pasando no tocaba esta temporada. Que esta plantilla se ha ganado el cielo eterno (y azul) de Leganés, como su bandera. Toda esta excepcionalidad la ha conseguido don Asier Garitano. Ese vasco distante, que calla más que habla, pero que lee el fútbol un segundo antes que el resto del tendido. Una obra que plasman en el verde las galopadas de Szymanowski, las paradas de Serantes o los goles inesperados de Rubén Peña. Sustituyan sus nombres por otros tres y… voilà, he ahí el secreto de este Lega.
Y sí. Si por mí fuera, pararía el tiempo esta semana. Viviría siempre, futbolísticamente, en esta semana. Con su mosaico, sus preparativos, sus emociones, su venta imparable de entradas, sus noséqué, sus quéséyo. Abran las ventanas y digan a los cuatro vientos ¡soy del Lega! Resulta difícil no abrazar a la euforia, aunque sea en la intimidad. Por si acaso se estropea y llueve antes de tiempo, expriman estos días como nunca. Ya les digo, si Juli es Maradona, Omar Ramos es Leo Messi. A valentonadas nos van a ganar estos de Vitoria.
Con cariño a mis colegas de Gasteiz.