Paco Candela tiene 22 años, pero es todo un veterano en el vestuario del Lega. Héroe del ascenso, superviviente -cesión mediante- al primer año de permanencia y, en la actualidad, uno de los jugadores que mejor rendimiento ha dado tras el requerimiento de Garitano. «No sé si por las bajas o porque venía bien al equipo, pero sí que he podido demostrar mis ganas últimamente. Yo quiero triunfar en el fútbol y si es en el Leganés, mejor».

Candela llegó muy puntual y pidió permiso para entrar al estudio. Con la timidez habitual de los futbolistas, el alicantino fue entrando en calor poco a poco y se mostró convencido de que su futuro pasa por el Lega. A día de hoy no se ve saliendo de Butarque en el mercado invernal. «Aún queda dos partidos para Navidades. pero lo tengo muy claro: ahora mismo no me veo fuera del club. El Leganés me ha hecho subir a Segunda y ojalá estemos en Primera el año que viene».

«Ahora mismo no me veo fuera del club. El Leganés me ha hecho subir a Segunda y ojalá estemos en Primera el año que viene»

«Me gustaría hacerlo bien. Que subamos y que tuviese más continuidad. Pero si no es así, que por lo menos tengamos más protagonismo en Segunda», indicó Candela, que cumpliría «un sueño» si lograra subir a Primera y pudiese jugar en las tres categorías con el Lega (1ª, 2ª y 2ªB). «En el fútbol todo es posible», añadió el levantino, que antepone las palabras de su míster en cualquier volantazo con dirección al conformismo y los pájaros en la cabeza. «Asier no quiere euforias, quiere prudencia después de cada victoria».

En lo personal, el ex del Villarreal se ve con fuerza y capacidad para ponerle muy difícil la toma de decisiones a Garitano. «Confío en mi trabajo para aprovechar todos los minutos al máximo. Mi objetivo es jugarlo todo. En los últimos partidos he tenido oportunidad de participar y me entrego al máximo para ayudar en todo lo que pueda», explica el centrocampista pepinero, que fue clave en la ida copera ante el Granada y en el primer triunfo fuera de casa, en Los Pajaritos. «Y también me quedo con el gol en la primera jornada contra el Almería. Me dio mucha confianza», apostilló.

«PODEMOS DAR LA CAMPANADA ANTE EL GRANADA»

«Ya lo hemos demostrado que podemos competir contra cualquiera y en cualquier campo. El año pasado cuando les visité en el Villamarín (Candela estaba cedido en el Sevilla Atlético) vimos que fue posible (…). Y ahora creo que también. Podemos dar la campanada ante el Granada», explicó con total convencimiento (…) «somos muy fuertes en defensa y tenemos jugadores con calidad y muy experimentados en otras categorías», comentó.

Candela, que también disfrutó de las secciones habituales del programa, reconoció que echa de menos a un ex compañero de la primera temporada, al capitán Carlos Martínez. «Era bueno y era el alma del vestuario» y para admitir que ante el Racing de Santander, al comienzo del curso pasado, «no tuvo una buena actuación», seguramente, la que le condenó a perder minutos y montarle en un tren con dirección a Sevilla. Una experiencia, finalmente, «muy positiva» para Paco Candela.

«Fue una buena decisión irme al Sevilla Atlético porque me vino muy bien»

«Tuve la confianza del míster y jugué todo. Tomé una buena decisión porque me fue muy bien. Siempre he dicho que un futbolista debe tener una posición fija en la que desarrollarse y ser único, pero la polivalencia te permite ser más útil al equipo y a mí me viene bien», comentó Paco, que en la capital hispalense compartió algunos entrenamientos con el primer equipo, dirigido por un ex jugador pepinero. «Recuerdo las charlas que tenía en Sevilla con Unai Emery. Me contaba muchas anécdotas de Ángel, el médico del Lega».

Seis meses de formación y desarrollo que sirvieron a Paco Candela para crecer y regresar con un hambre voraz. Un jugador profesional desde que se levanta hasta que se acuesta, amante del gimnasio y muy, muy familiar. Así lo demostró tras la llamada sorpresa de su madre, Rosa Pascual, que desveló en el ecuador del programa uno de los secretos de su infancia. «Cuando era pequeño dormía agarrado a las botas como si fuera un peluche».