E
stoy convencido de que este Leganés puede ganar al Atleti, a pesar de ser plenamente consciente de que la calidad general, traducida en la diferencia de acierto entre uno y otro, hace de esa afirmación un atrevimiento. Una locura si existe el incentivo de jugar en casa de Torres. Él tuvo el día, y nosotros no pudimos ni siquiera probar mucho ni bien a Moyá. Las sensaciones, quizá lo más importante contra rivales de este tipo a los que puedes ganar tantas veces como jugar, -muy, muy, muy de vez en cuando-, fueron buenas. Mejores, sin duda, que las de hace una semana contra el Celta. Y esa fue nuestra particular victoria.Otra fue ver que el rendimiento de los debutantes Bueno, Erik Morán y Siovas va a aportar mucho al equipo, quizá en ese orden. El primero dejó grandes destellos de su calidad con la pelota, y de decisión a la hora de elegir qué hacer con ella. Vamos a disfrutar mucho del nuevo 10, que además se entendió de maravilla con otro jugón como Samu García. Erik volvió a desplegar ese pase raso en largo tan característico y se adaptó sin dificultad a un ritmo de juego que ni mucho menos se parece al de Segunda División. Y Siovas, salvo no evitar el penalti, demostró entenderse bien en la zaga y no ponerse nervioso con la pelota.
Aunque para nervios, los de esta semana. Se avecina un partidazo, un duelo directo, uno de esos que pueden decidir cosas. Por favor, no se vayan. Busquen cualquier excusa si en el minuto 80 el resultado es adverso y han de marcharse por otra cosa que no sea la frustración de no ver ganar a tu equipo. Porque, entonces, estárán dejando de hacer lo que nos ha traído hasta aquí. Creer. Pelear. Sé que la relación entre acertar entre los tres palos y dejarse la garganta en la grada es seguramente ninguna, pero reconozco cierta magia si diez mil tíos y tías corean tu nombre, alientan por un gol, cantan sin parar hasta el minuto cien si lo hubiera o simplemente están ahí, observando, sabiendo que irse antes de tiempo puede ser un error. Y tras perder en el Calderón, pienso en campos como el Camp Nou, Sánchez Pizjuán, Mestalla, o San Mamés. Cada día se reducen los escenarios posibles en los que repetir lo que una vez conseguimos en el Benito Villamarín. Porque en Primera los sueños son más complicados, pero hay un lugar donde si crees hasta el final, suelen cumplirse: Butarque. El título no es sólo un juego de palabras.
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