T
res partidos sin perder en Primera son señales parecidas a las constantes vitales. La de ayer contra el Eibar se escuchó sin estetoscopio. Fue la de un equipo que con medio once ‘titular’ de baja (Serantes, Szymanowski, Rico, Mantovani, Víctor Díaz,…) puede competir con diez y con un portero debutante no sólo en el Lega, sino en la categoría y cuyo último partido de competición fue en Tercera -responsabilidad y actuación más que correcta la de Diego Barrios-. Mérito de un equipo “más vivo que nunca”, que diríamos hace años.Hacen falta refuerzos y confió en que llegarán, como han llegado en estos últimos años en los mercados invernales. Porque los pepineros no somos muy de vivir sin más. Preferimos soñar. En 2016 lo hicimos, soñamos fuerte, fortísimo, y se cumplieron deseos que, incluso, nunca tuvimos. Por eso fue y será el mejor de la historia del Lega. ¿Se acuerdan del orgullo, la pasión, el éxtasis que se desbordaba de cada uno de nosotros después de meterle tres al Betis en Segunda? Era porque no sabíamos que se podía ascender a Primera.
Es ahora, compitiendo con los mejores, disfrutando de este sueño futbolístico llamado LaLiga cuando hemos de asumir que llegarán momentos difíciles. Que algún día tocará sufrir de nuevo, como hace años. Que el fútbol son ciclos y que dos ascensos seguidos no son casualidad pero tampoco causalidad. Por eso, queridos Reyes Magos, Papá Noel, Olentzero, y señores del gremio de la magia navideña, este año los pepineros os lo ponemos fácil, sólo os vamos a escribir una palabra en nuestras cartas. Si de por medio queréis ponerle goles desde cincuenta metros a balón parado, remontadas en catedrales, paradas épicas a jugadores infalibles desde los once metros, o goles de cabeza por el norte de Castilla, es cosa vuestra. Nos vemos en 2017.