Que el Leganés merodee los puestos de ascenso a Primera División es intrascendente en la jornada 18. Pero no es casualidad. No es anecdótico. Que el Lega haya sumado en trece de los últimos catorce partidos (¡catorce!), tampoco. Muchos de ustedes pensarán, incluso, que esta séptima plaza se queda corta. Que son demasiados los empates del equipo de Garitano. Nueve en total lo convierte en el rey del empate en lo que va de liga, y a la vez, en el menos derrotado.

Ganarlo todo quizá sea un objetivo más sencillo para equipos de mayor nivel económico, que encuentran siempre un punto a favor en los partidos más complicados. Ya saben, la pegada, los detalles, la diferencia. Ese plus innegable de los ricos. Otros, como el Leganés, deben buscar su éxito en -una vez más tiro del librillo de Asier- estar más cerca de ganar que de perder.

Bajo esa ley, la fiabilidad de este Leganés está siendo tan alta como la de los motores de su nueva estrella en el pecho. Sin duda, a la altura de la posición que ocupa en la tabla. El 2015, de momento, se va dejándonos a un Leganés con sólo tres derrotas en esta Liga. Pocos partidos lo veremos perder, al igual que la temporada pasada, por más de dos goles. Aunque, creo que no me alejaré mucho de la realidad si acorto la frase. Pocos partidos lo veremos perder.