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¡Así que es ésto lo que se siente!

Seamos sensatos, que el Lega volvería a bajar era algo que tenía que ocurrir tarde o temprano. El día que subimos a primera fue una explosión de alegría infinita cuya conversación llevada más allá de la media hora terminaba concluyendo con “a ver cuánto duramos en Primera”. Y quizás algunos teníamos en la cabeza un ciclo de 10 años por hacer un paralelismo con el ciclo que cumplimos en Segunda en los 90. 

Los días de gloria llegaron, ganamos al Madrid, lo eliminamos en el Bernabéu en la copa del rey, y ganamos al Barcelona en Butarque, entre otros hitos. Nos ganamos el respeto, nos hicimos hueco en la élite y cimentamos una base que parecía suficientemente sólida para aguantar algunas temporadas más. Pero ésta temporada comenzó torcida. Los diez primeros partidos de LaLiga enterraron al Leganés en la parte baja de la clasificación. El resto de la historia ya es conocida -piezas claves vendidas en verano, débiles refuerzos invernales, covid- . 

Tenemos claros síntomas de equipo que baja, partidos perdidos injustamente, gran dosis de mala suerte, decisiones arbitrales polémicas, VAR, inverosímiles ocasiones falladas de cara a gol, fallos en defensa comparables a niveles de alevín, y sin duda actitud más que cuestionable de algunos jugadores en algunos tramos de la temporada. No le pasa sólo al Lega, cada año éste patrón es aplicable al menos a uno o dos equipos que descienden. 

Escribo éstas líneas cuando aún hay opciones matemáticas para la esperanza, pero la sensación persiste. En las películas americanas, cuando la chica deja al chico después de explicarle razonablemente que lo suyo es imposible. Él, destrozado, paralizado, impotente y vencido, clava su mirada en los ojos de ella y exclama: “¡Así que es ésto lo que se siente!”.