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es voy a decir una cosa, son muchos los años que llevo pegado al blanquiazul y uno tiene la sensación de que todo el que pasa por este club desarrolla una capacidad extrema para adaptarse ante situaciones adversas. Si se lesiona fulanito… y si se lesiona menganito… y si no llegan los goles y siguen estos arbitrajes… y si llega un mecenas y deja el club como un solar… pues termina apareciendo un valiente que lleva dentro todo el que recibe el ADN de marca LGNS y que se crece ante las adversidades.

Ya lo decía hace alguna semana el ideólogo pepinero, Asier Garitano, que «pese al chaparrón que está cayendo, nos pondremos el paraguas y seguiremos compitiendo, que luego sale el sol«. Plaga de lesiones, arbitrajes rigurosos, falta de gol… todo eso está siendo superado por una plantilla que es consciente de que el fútbol son etapas, son momentos, buenos y malos, alegres y tristes y que siguen manteniendo muy vivo el sueño de una ciudad a pesar de todos los contratiempos.

Respecto al partido, pues las palabras de Quique Setién resumen lo que ocurrió porque «estaba rezando para mantener el 1-0». Y es que si bien los insulares se adelantaron por medio de Livaja en la primera mitad -en posición antirreglamentaria- y el Leganés careció muchísimo de posesión, al filo del descanso los pepineros despertaron y la entrada de Guerrero en la segunda mitad aceleró las ocasiones hasta que llegó el gol del empate en el 75’ por mediación del ‘9’ del Lega.

Aunque el empate pareció justo, llegó a quedar una sensación de que los visitantes se pudieron llevar un mejor botín. Y es que en este Leganés todos se sienten como aquellos aspirantes a guerreros que al final consiguen ganarse sus armaduras y sus cascos. Y que además, ahora,  ya no tienen miedo porque saben que ya han plantado cara a las adversidades y han sabido defenderse.

Por cierto, ¿Miguel Ángel Guerrero ya se habrá ganado su armadura y su casco?