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Sensaciones extrañas

El pasado viernes la ciudad de Leganés se encontraba radiante, ilusionada esperando que el reloj diese las nueve de la noche para poder ir a su estadio, al Municipal Butarque. Era un derbi histórico, un derbi que todo aficionado no quiere perderse y por ello, todo el día se respiraba cierta emoción.

Pasaron las horas y la gente iba saliendo a las calles y las sorpresas llegaban junto al equipo. Mi madre que esta vez iba al partido, porque una servidora se encontraba en Londres, desde la mañana no paraba de mostrarse ansiosa por ir al campo de fútbol, mandándome fotos y videos de todo el ambiente que se estaba viviendo.

Así que, con el entusiasmo bien alto, y con una hora de diferencia me puse en la pantalla de mi móvil el partido, nuestro derbi histórico del sur. Eso sí, con mucho nerviosismo. ¿Y qué sucedió?…

El partido no fue nada bien ni para los aficionados que veían como no había nada que hacer ni para los jugadores que sabían que su sistema de juego no estaba siendo fructífero, la ilusión en la cara de los aficionados se fue convirtiendo en resignación. Todos los viejos fantasmas volvían a la mente de cada uno de los espectadores que se encontraban allí y de los que no. Desde Londres miraba a la pantalla cabizbaja, sin saber que decir, sin ideas que desarrollar, ni positividad. Así que, al finalizar el partido decidí dar un vistazo por Twitter para animarme con cualquier cosa que por muy disparatada que fuese me alegraría la noche. Pero no fue así. Sólo podía leer tristeza, desilusión, resignación y muchos pero que muchos enfados. Lo entendí, nada más leer todos esos tweets entendí que ese día en cada uno de los aficionados pepineros fue un palo para la moral y aceptación de todo lo que estaría por llegar. 

Sentimientos encontrados entre cada persona que no sabía si seguir adelante o retroceder, esperanza por que aún no esta todo perdido y desilusión porque no hay nada que hacer. Pues bien, apague el móvil, me metí en mis propios pensamientos y me dormí, pero a la mañana siguiente lo vi todo más claro. 

Si es verdad que en estos días venideros nada salió bien para el conjunto de Javier Aguirre en cuanto a resultados, y tampoco salió bien para ningún aficionado pepinero que tenga esperanza, pero ante todo eso, ante esa negatividad instaurada en todos los corazones pepineros, quedan millones de latidos. 

Latidos que no dejarán solo a su equipo, que estarán en las buenas y en las malas, que lucharán contra viento y marea por hacer historia otra vez, por ir cada semana al estadio y cantar al unísono como una familia. Latidos que a pesar de resignarse o entristecerse, laten mucho más fuerte, porque juntos todavía se puede creer, juntos uniremos nuestros latidos hasta que sean todos esperanza, una esperanza de un latido blanquiazul.