El Leganés perdió ese aura celestial que mostró ante el Córdoba y ayer, en muchos minutos, ante el Real Zaragoza, escapándosele los los dos primeros puntos en su estadio. Los locales se encomendaron a sus dos ángeles particulares: Borja Lázaro en la punta de ataque y Serantes en la retaguardia. El primero dio alas a los blanquiazules con su segundo tanto consecutivo en casa, mientras que el segundo aguantó a su equipo con paradas de mérito, como la que antecedió al gol de Jorge Díaz, obra de Ángel, valga la redundancia.
Sin embargo también hubo algún demonio por Butarque en la tarde de ayer. Pape Maly Diamanka se llevó una sonora pitada cuando salió a calentar. Los feligreses que poblaron las gradas del estadio no dudaron en señalar a aquel por el que se han sentido traicionados. Un caso muy distinto al de Erik Morán, quien fue recibido con aplausos por los asistentes, evidenciando que las formas en las que ambos jugadores acabaron en el conjunto maño este verano fueron muy distintas.
Durante la retransmisión y con las cámaras de Movistar+ como testigos, se decía en el vestuario antes del partido que estábamos en casa. Y no se equivocaban. Cada domingo el C.D. Leganés, se siente adorado en esa iglesia con gradas y asientos que tiene el nombre de nuestra patrona, una que ayer no echó un cable a los de Asier Garitano, seguramente fruto de la blasfemia que hizo coincidir su traslado a la ermita con los prolegómenos del encuentro. Esperemos que el próximo miércoles todo vuelva a la normalidad en el partido de Copa del Rey ante el Tenerife y nos de su bendición para pasar de ronda.
No me quiero despedir sin acordarme de nuestro ex capitán, Sergio Postigo, quien en el día de ayer debutaba en la Serie B italiana con derrota, siendo demonizado por sus nuevos seguidores. Un jugador idolatrado en esta ciudad que tendrá que ganarse el favor de la afición liguriesa para salir de un infierno que vivió ayer con la camiseta del Spezia.