E
n otro ambiente menos idílico del que se encuentra el Leganés en este tramo final de liga, las palabras de Garitano en rueda de prensa el pasado viernes confirmando las bajas de Amrabat y Beauvue hubieran caído como una losa. La responsabilidad caía en un Miguel Ángel Guerrero que va viendo como sus últimos días con la camiseta blanquiazul se van consumiendo. «No tengo conversaciones con el Leganés por lo que no creo que esté aquí la próxima temporada», espetaba en la zona mixta al acabar el encuentro.El de Borox marró la primera que tuvo cruzando en exceso un mano a mano con el guardameta celtiña. De ahí al gol se volvió a ver al Guerrero más batallador, buscando la segunda jugada y desahogar el juego para que los desde los costados se pudiera irrumpir con la potencia a la que nos tienen acostumbrados. La siguiente que tuvo fue para dentro. El Zhar ponía un balón templado entre esa zona de nadie que va desde el portero hasta el punto de penalti y ahí emergió Miguel Ángel viniendo desde atrás para hacer eso que siempre hizo y siempre le ha pedido y exigido el público de Butarque.
Pero Guerrero tiene mucho que ganar y poco que perder en este final de liga. Ayer volvió a demostrar que el Leganés no está hecho para las figuras y que el hocico fino que se nos ha puesto no se representa con el sur de Madrid. Ayer el «9» de blanco y azul dejó claro que no importa el nombre que haya escrito en la espalda y ayer volvió dejarnos claro que tenemos que ser siempre Guerreros de Miguel Ángel. Y de Iván. Y de Unai. Y de todo jugador que se enfunde la camiseta de nuestro equipo cuando juega.