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chando la vista al pasado, el Leganés comenzaba en agosto su segunda temporada en la élite. Guerrero y Koné volvían a ser las puntas de lanza de un equipo que apuraba el mercado buscando la pólvora que no le hiciera pasar los apuros de la campaña anterior. Las victorias ante Alavés y Espanyol, más la llegada de Beauvue y Amrabat, ilusionaban a una afición que veía como el trabajo en las oficinas y la pretemporada empezaba a dar sus frutos.

Ocho meses después de ese buen inicio se acabó con un buen final. 40 puntos y doce sobre el Deportivo, le daban la permanencia matemática en Primera División un año más. El Lega, contra todo pronóstico para muchos, se queda. Se queda gracias al ímpetu de una entidad empeñada en batir todos los registros anteriores tanto en liga como en copa, echando tierra de por medio a las primeras de cambio para eludir las quinielas del descenso y con la mente en dar la machada copera despertando a las puertas del sueño.

Pero todo eso ya queda en un segundo plano un día después de conseguir el objetivo número de la temporada. Despejadas las dudas de la continuidad de jugadores como Szymanowski o de Txema Indias en la secretaría técnica, ahora mismo todo Leganés se pregunta qué será de Asier Garitano. ¿Se queda? Es la duda más instalada en las mentes de la afición pepinera. Un proyecto deportivo a su medida, el cariño de la gente o el reto de poder seguir haciendo historia con el CD Leganés está sobre su mesa. No hace falta una foto para confirmar su continuidad si no dos palabras expresadas de su propia boca: me quedo. Al igual que el Lega un año más en La Mejor Liga del Mundo.