
No era el día para fallar y se hizo. El Eibar agrandó su leyenda negra en Butarque con un fútbol práctico y efectivo, todo lo contrario al de un Leganés que la cantidad se antoja muy por delante de la calidad. Y eso que la cosa no empezó mal y los que pedían la cabeza de En-Nesyri pronto aplaudieron su gol. Un tanto que entró con todo el empuje de un estadio, pero que cayó en saco roto y eso terminó en que los aplausos se tornaron en críticas y en encaramientos mutuos.
Tras completarse la catástrofe cuando González Fuertes pitó el final del encuentro el pesimismo se instauró en la noche oscura y cerrada que quedó en la localidad madrileña. Era tiempo de reflexionar y hacer autocrítica. El primero que la hizo fue Luis Cembranos, entrenador interino pepinero, que apura sus últimas horas al cargo antes de volver al filial. Dejó dos frases: «hemos recortado un punto al descenso» y «aquí nadie se rinde». La primera apelando a un positivismo que se fue rompiendo a medida que se jugaban los tres partidos de esta semana y la segunda sonando a hueco en un camarote donde ya no resonará su voz.
Posteriormente hubo cónclave de jugadores con una decena de futbolistas. En ella se encontraba Recio, el cual habló en nombre propio y hacia la plantilla. «Cada uno de nosotros tiene que ser responsable”, apelaba el malagueño al rendimiento individual de sus compañeros. Muchos de los que el año pasado eran estrellas consagradas, este año están a un nivel muy por debajo del esperado y eso en una orquesta como la del Leganés predestinada a no desentonar, hace mucho ruido.
Ahora falta que se pronuncie la directiva. El «efecto Luis Cembranos» se ha disipado y el nombre del nuevo entrenador está al caer de forma oficial. A Sandoval se lo ha visto por Butarque, Francisco renegó, Poyet se cansó de negociar, Gracia gustaba, pero será Javier Aguirre la opción a un casting que está predestinado a levantar a un Club tocado y hundido que busca el bálsamo de sumar puntos para recuperar el ánimo y evitar lo que muchos ya dan por hecho: el descenso. Y señoras y señores, estamos en noviembre todavía, para bien y para mal.