Creo que la palabra más repetida por Asier Garitano en la rueda de prensa posterior al partido contra el Mirandés fue «equipo». Atrás quedaron otros clásicos como «estar más cerca de ganar que de perder» o «salir a competir», pero «equipo» siempre lo ha acompañado en su librillo de cara a los medios. El de Bergara se olvida de los nombres de sus soldados y apela por el grupo, ese que le ha hecho cerrar en la quinta posición la primera vuelta. Orgulloso de su vestuario, la etapa del técnico vasco en nuestra ciudad siempre ha llevado esas líneas marcadas, las de trabajar por y para el compañero, erradicando las individualidades y alejando los focos de los protagonistas.
El guipuzcoano sigue la fórmula que le ha llevado los años anteriores a cumplir con creces los objetivos marcados desde la directiva. Sabe que la fuerza radica en el grupo, no habiendo lugar para esos egos personales que puedan afectar a la plantilla. Ayer no jugaron los dos bastiones de este Leganés, el capitán Mantovani y el zaguero Pablo Insua, pero la dupla Bustinza y Albizua hicieron que apenas se notara. Esta semana le pondrán las cosas difíciles al bueno de Asier pero aceptarán sin malos gestos que por lo menos el argentino siente a uno de los dos ex cachorros el próximo sábado ante el Almería.
Ateniendonos a los nombres, el protagonismo volvió a llevárselo un menudo extremo reconvertido a goleador, que se salió con dos goles y una asistencia. Rubén Peña no ha eludido esa responsabilidad y el abulense está viviendo su mejor momento deportivo. Pero no estuvo solo, Szymanowski y Gabriel se sumaron a la fiesta del gol en una autentica masacre la vivida en la tarde noche de ayer en Butarque. Siguiendo con la formación se me ocurren más nombres: Serantes rubricando su Zamora, Luis Ruiz dando refresco a un compañero tocado, Miramón con ganas de comerse el mundo esperando desde el banquillo y firmar otro partidazo, Eizmendi sentado en la grada con una envidia sana de ver a sus compañeros golear o hasta Guillermo desde Lezama pendiente por la tele.
Esta es la esencia del C.D. Leganés, un equipo, una plantilla y un vestuario donde su éxito pasa por ser un bloque con muchas armas y donde tiran todos en la misma dirección, como un ejército de uno, sin distinciones, donde una formación homogénea y sin fisuras no garantiza el éxito pero si es en un arma muy peligrosa con la que salir cada fin de semana al terreno de juego.
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