El Leganés visita El Sadar este próximo sábado para enfrentarse a otro histórico del fútbol español: C.A. Osasuna. Después de la eliminatoria copera del miércoles se enfrentan dos conjuntos que han comenzado positivamente la competición liguera.

Por Pablo Berraondo para Somoslega.com | Periodista de Marca Plus

Muchas cosas han cambiado en Pamplona en poco más de un año. Aquél equipo capaz de asombrar toda una década en Primera División, con participaciones en competiciones europeas y final de Copa incluida, dio paso al momento más oscuro de la historia del club.

La afición rojilla vio cómo se desangraba su equipo, impotente, incapaz de ayudar más que con sus gritos y sus viajes mientras leían en las portadas de los periódicos presuntos amaños y corrupciones que, desgraciadamente, nos devolvían a la primera línea mediática.

Y en estas el equipo, ya bajo tutela de Martín Monreal, ‘La Bruja de Campanas’, se presentó en Leganés con ganas de sellar la permanencia, respirar y pensar en tiempos venideros. Pero el empate cosechado en un insulso partido con un moribundo Osasuna incapaz de tirar a puerta en 90 minutos cuando se jugaba la vida, abocó al sufrimiento en una pelea sin cuartel hasta el último minuto de la temporada, literal, para que Javier Flaño nos salvara. No solo la categoría, quien sabe si también la institución. Y como no hay historia de éxito sin épica, en ese mismo momento comenzó un nuevo Osasuna.

«Los valores vuelven a ser algo importante en Tajonar y el equipo, más que nunca, está identificado con la afición».

Borrón y cuenta nueva. En Pamplona no queda ya ni el Tato. O mejor dicho. Quedan los que tienen que quedar en una situación como ésta: los de casa. Los que sienten el club más allá del dinero, los que sudan la camiseta y lloran, de verdad, tras una derrota. Ya no hay rastro de los caraduras deportivos de Nekounam o Ansarifard, que se borraron cuando más se les necesitaba. No sabemos nada de Loé, Sisi o Cadamuro, ni queremos saberlo. Mendilibar y Javi Gracia han quedado en un mal recuerdo. Parece que ha pasado un siglo desde que los dos se cargaron a nuestro Osasuna desde el banquillo. Porque se lo cargaron. A base de erróneas decisiones, malos planteamientos, peores fichajes y nula ambición. Nula. Qué decir de quienes ahí les pusieron, como Txuma Peralta o el mismísimo Archanco, o quien todo lo sabía pero nunca nada vio como Ángel Vizcay. Aún se les puede ver por Pamplona. Sin pasamontañas.

Ahora toca estar a muerte con Martín y su Osasuna. Está construyendo el equipo que la afición quiere. Incluso si el barco se hunde y nos vamos a Segunda B. Nos iremos con valores, con entrega, con pelea. Siendo el equipo más correoso de la categoría. Corriendo a por todos los balones. Con humildad y trabajo. Sin futbolistas de medio pelo que vayan de estrellas. Sin nombres ni dorsales. Con mucho trabajo. Con silbidos y gritos desde el área técnica, con cabreos y aspavientos de alguien que se dejó su corazón nada más coger las riendas de este equipo. Y eso es mucho decir. Conmigo que cuenten en ese barco.

Un equipo apuntalado con buenas incorporaciones, a priori, como Martins, Nauzet, Pucko y Milic. Sin olvidar otros “fichajes” como Oier (¡por Dios! que le respeten las lesiones) o Lotiés. Espero que hombres como Miguel Flaño, Merino o Roberto Torres demuestren, de una vez por todas, que son lo suficientemente importantes como para confiar en sus manos un posible ascenso. Vamos a necesitar a todos.

Osasuna vuelve a vestir con orgullo su camiseta roja; rojo como el color de navarra. Los valores vuelven a ser algo importante en Tajonar y el equipo, más que nunca, está identificado con la afición. Que no al revés. El orden sí altera el producto. Porque el mayor activo que tiene este equipo es la afición que siempre ha estado ahí y estará. Estuvo en Hamburgo, como estuvo en el campo de San Juan, en la final de la Copa del Rey y en El Sadar contra el Betis hace dos temporadas. Como estuvo en Sabadell y volverá a estar en Leganés en la segunda vuelta.

Martín, cuenta conmigo para este Osasuna. ¡Volveremos!