Maximiliano Martín Mantovani llegó en el verano de 2013 llamado a ser uno de los hombres importantes en el esquema de Asier Garitano en la temporada que, a la postre, se conseguiría el ascenso a Segunda División. Tras un rocambolesco episodio en el que fue engañado, el argentino puso rumbo a la ciudad del sur de Madrid procedente del Real Oviedo.
De aquello hace ya cuatro años, cuatro excelentes temporadas, en las que el capitán pepinero ha pasado de Segunda División B a Primera y en las que se ha convertido en el único superviviente de aquel equipo que subió a los cielos en la Feixa Larga de Hospitalet.
Mantovani, jefe de la zaga desde su llegada, deshizo el gafe de la segunda ronda en la eliminatoria frente al Lleida con un disparo que empujó con el alma para desigualar la eliminatoria en la prórroga de un partido que enfilaba la tanda de penaltis.
Después, se estrenó en el fútbol profesional siendo indiscutible en dos temporadas en las que el Leganés rozó, primero, la máxima categoría y acabó ascendiendo en el segundo curso a Primera División. Un año, este último, en el que disputó 38 partidos de Liga y uno de Copa del Rey marcando dos goles y dejando en la retina de todos los pepineros la charla previa al partido que terminó con los pepineros en la máxima categoría. Sus palabras y el gol de Insua, con quien formó una pareja infranqueable en la 2015-2016, son una de las imágenes del día en el que se llegó a la gloria en Miranda de Ebro.
Aquel 26 de junio de 2013, cuando Mantovani firmó su contrato con el CD Leganés, no sabría que poco después, no tanto como podría imaginar, la historia le tendría guardado un debut en Primera División. Un estreno que tampoco ha pasado inadvertido jugando 31 partidos en LaLiga Santader y siendo el capitán de un equipo en el que, como el mismo reconoció «le gustaría retirarse».
Hoy comienza su quinta temporada en un club en el que ya ha hecho historia.