Partido importante el que se le planteó ayer al C.D. Leganés. Asier Garitano tenía claro como frenar al nuevo Málaga de Michel e introdujo una defensa de cinco hombres con dos carrileros y dos pivotes por delante de la línea defensiva.

Eso le sirvió para parar las acometidas por el centro de Charles y Sandro, con tres zagueros centrales (Bustinza, Mantovani y Siovas) que ayudasen al respectivo compañero para tratar de anticiparse y desbaratar el ataque malagueño.

 

Eso le permitió seguir luciendo una de las armas de este equipo. Diego Rico aprovechó una y otra vez el espacio que le proporcionaba Alexander Szymanowski para percutir la banda defendida por Rosales y generar llegadas peligrosas con centros laterales o disparos, como el que estrelló el burgalés en la segunda parte.

 

 

Ante la baja de Gabriel, la zona de la mediapunta del conjunto blanquiazul quedó algo más resguardad. Entre Rubén Pérez y Erik Morán intentaron llenar ese vacío. El de Portugalete trató de llegar con más presencia al área rival mientras que el de Écija se convirtió en el auténtico «coche escoba» leganense, robando y distribuyendo el balón en la zona medular.