Esta vez sí hubo cambios. Tocaba visitar el Santiago Bernabéu. Tocaba retocar algunas de las piezas que no habían funcionado en los últimos encuentros. Se dudaba entre una defensa de cinco o una de cuatro. Al final se decidió por una de cuatro. Dejando el lateral derecho a Bustinza, a Insua compartiendo zaga con Mantovani y el lateral izquierdo para Diego Rico.
Por delante, a veces un trivote, otras un doble pivote, el formado por Alberto Martín y Rubén Pérez. Liberando a Unai López. Las bandas para Szymanowski y Machís. El ataque para Gabriel.
Así se plantó el equipo de Asier Garitano en el Santiago Bernabéu. Teniendo muy claro que encerrarse atrás sería un suicidio. Apostó por adelantar la línea, por juntarlas. Alejado de su portería. Dejando metros atrás, manteniendo la pelota lejos de la puerta de Serantes.
Ante un ataque formado por Ronaldo, Bale y Morata, las ayudas en defensa se hacían más que obligadas. No faltaron las ayudas de los dos extremos, Szymanowski y Machís a sus respectivos laterales. Tampoco el ancla en el medio de Alberto y Rubén Pérez. Solidaridad defensiva.
La idea de Garitano era clara y estaba funcionando. El Real Madrid era incapaz de llegar a la portería de Serantes. El equipo de Zidane se vio superado por un entramado defensivo que no regalaba apenas espacios. Gran culpa de eso fue tener controlado a Toni Kroos en el medio campo.
Todo este plan funcionó hasta que llegó el primer gol blanco. Eso sí, tardaron 40 minutos en encontrar el hueco, en rematar por primera entre los tres palos. La puntilla del segundo gol trastocó cualquier plan. La gesta se hacía casi imposible. Pero hay que destacar la valentía, la entrega, el orden y la solidaridad de este equipo se plantaba en casa del líder. Como dijo Garitano, esto servirá para aprender.
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