Rubén Salvador Pérez Del Mármol (Écija, 26 de abril de 1989) se ha convertido en otro refuerzo para el centro del campo de los pepineros de cara a su debut en Primera División. El astigitano llega cedido del Granada por una campaña sin opción a compra.

20150824, FOTOGRAFIA: GONZALEZ MOLERO. PARTIDO DE FUTBOL ENTRE EL GRANADA Y EL EIBAR.
Pegado a un balón. Así pasó su niñez en «la sartén de Andalucía» este centrocampista que a los seis años ya se apuntó a la Escuela Municipal de Fútbol del su localidad natal. Tanto disfrutaba jugando que incluso después de cada partido con la camiseta del Écija saltaban la valla del colegio para seguir disfrutando y ganarse alguna que otra multa por parte de su club por no descansar lo suficiente. Eso fue hasta que el Atlético de Madrid puso sus ojos en él y se lo llevó a la capital. Allí entre la residencia del conjunto colchonero y la casa de sus tíos maternos fue creciendo en la escuela del conjunto madrileño.
Con 15 años entraba en el equipo cadete para pasar directamente al Juvenil «B» y «A» formando una gran pareja con Ignacio Camacho. Un par de años más tarde acabaría en el filial atlético y debutaría con Abraham García en 2ªB. Pronto se hizo con las riendas de un equipo plagado de futuras estrellas como De Gea, Koke, Domínguez, Keko… que le llevaron a ir convocado por Abel a un partido ante el Athletic de Bilbao en San Mamés. Su debut en Primera tuvo que esperar y fue una temporada después de la mano de Quique ante el Getafe. Su progresión le pedía foguearse en en dicha categoría y se marchó cedido al Deportivo de La Coruña en la 10/11. Cerraba un ciclo como rojiblanco en la camiseta del filial que vistió en 53 ocasiones en las que anotó un gol y donde coincidió con el actual capitán pepinero, Martín Mantovani. En cadetes y juveniles también lo haría con director deportivo del C.D. Leganés, Felipe Moreno Pavón.
En la capital gallega pronto se hizo importante para Lotina, quien lo alineó en 37 encuentros aquella campaña, incluyendo cinco en la Copa del Rey. A pesar de su juventud, el astigitano demostró que a sus 21 años era una de las más firmes promesas de la categoría (fue elegido tercer mejor jugador revelación del campeonato por detrás de Muniain y Griezmann) que no pudo sin embargo mantener al equipo coruñés en la máxima categoría del fútbol español y descendería después de más de 20 años en la misma. Se quitó la espina siendo campeón de Europa ub 21 en Dinamarca rodeado de talentos como Thiago, Mata, Bojan o su ex compañero De Gea.
La temporada siguiente buscó acomodo en el Getafe pero tras empezar jugando prácticamente todo, desapareció de las listas de Luis García y solo participó en 11 encuentros. Sin embargo el sevillano se repuso y firmó al año siguiente su tercera cesión consecutiva: volvía a su tierra para jugar en el Betis. Se convirtió en el escudero de Beñat y ayudó a los verdiblancos a alcanzar la Europa League gracias a su notable contribución en los 30 encuentros que disputó con la elástica verde y blanca, en los que solo anotó una diana, un auténtico golazo al FC Barcelona.
Sin sitio de nuevo en el Atlético de Madrid, volvía a hacer las maletas. El recién ascendido Elche lo reclutaba para intentar salvar la categoría. Allí coincidió con Fran Escribá, segundo entrenador en la época de Quique Sánchez Flores, con el que coincidió en el conjunto colchonero. El técnico valenciano le dio protagonismo en el centro del campo junto a «la Roca» Sánchez, siendo uno de los jugadores más destacados de un equipo (disputó 32 partidos aquella temporada) que sorprendió en su estreno después de décadas sin pisar la categoría.
Por quinto año consecutivo le tocaba emigrar. Esta vez fue al extranjero. Firmaba por el Torino su quinto año a préstamo. La aventura no fue del todo fructífera y tras jugar un par de partido de Europa League y siete en Serie A decidió hacer las maletas y volver al fútbol español para firmar por su último club: el Granada CF. Con los nazaries volvería a recuperar las sensaciones de años atrás en los 14 encuentros que disputaría y ayudaría a los rojiblancos a salvar la categoría. Eso le valió para firmar en propiedad por los andaluces el pasado verano. Fue indiscutible tanto para Sandoval como para José González y acumuló 31 partidos ligueros y uno de Copa del Rey. Éste último el jugado ante su nuevo equipo en el que acabó expulsado e increpado por la grada de Butarque mientras se retiraba.
Rubén Pérez llega al sur de Madrid con una amplia experiencia en la categoría en la que ha añadido intensidad y ritmo a las características que siempre ha tenido: sentido táctico, energía, despliegue, trabajo infatigable… Cualidades que lo han llevado a ser un jugador importante para todos los equipos en los que ha jugado vestido de corto. Su posición ideal es la de pivote defensivo aunque puede jugar con otro compañero de similares características a su lado y tener que coger las riendas del juego constructivo. Apodado «pulmones» en su juventud, este centrocampista es de los que se deja todo en el campo, algo muy del gusto de su nuevo entrenador, Asier Garitano.