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El fracaso no es bajar a Segunda

El Lega se desangra. Sólo los puntos en juego mantienen con vida a un equipo que ha sido incapaz de ganar tras el confinamiento. Sin gol, con errores imperdonables y con ese halo de negatividad que todo lo envuelve cuando uno comienza a tropezar sin parar hasta darse de bruces contra el suelo. No hay cuentas que valgan, ni guiños a la Virgen de Butarque. Lo siento en el alma, pero el descenso es cuestión de que pasen los días.

Lo peor no es bajar, lo peor es el desahucio al que ha sometido a su afición esta plantilla. Ni dos minutos duró la ilusión en la «nueva Liga» por culpa de un gol de niños contra el Valladolid. No hubo nunca opciones reales, pero tampoco se compraron papeletas en enero. La política de gasto en el mercado invernal debilitó al equipo sin que sus dirigentes hiciesen nada por remediarlo. Nunca sabremos si el Lega se hubiese salvado de haber realizado una inversión en condiciones. Lo que sí sabemos es que se irá al hoyo por no haberlo hecho.

Se apostó por un futbolista del pasado, Miguel Ángel Guerrero, al que nada se puede reprochar por su impecable actitud, pero ¿realmente era el refuerzo que necesitaba el Leganés? ¿Nadie recordaba cómo acabó su anterior etapa? Para colmo, hubo que tapar todo aquello con una rueda de prensa al día siguiente reforzando el mensaje de que «si se pita a Guerrero, se pita al Leganés». Algo mal se estaba haciendo cuando un fichaje, en lugar de ilusionar, generaba polémica con la grada.

Luego está lo de Bacca, que hay que creérselo porque no hay más tutía. Y las negociaciones del salario tras el coronavirus, que imagino que tampoco habrán ayudado a generar el mejor ambiente dentro del vestuario. Ahí siempre puso paz un Javier Aguirre que ilusionó, llegó fuerte, siendo el personaje que creó hace tiempo, pero despegado de este fútbol actual que «ha cambiado mucho» desde su anterior etapa en España.

Por tanto, el fracaso no es el descenso. Quien más, quien menos entiende que la categoría natural del Leganés es Segunda. El fracaso no puede asociarse a un club que nunca soñó con ganar al Barça de Messi o eliminar al Real Madrid en el Bernabéu, y lo hizo. Por eso, el fracaso no puede ser bajar a Segunda. El fracaso es bajar dando esta imagen. El fracaso es suplicar el final de temporada y pasar por alto que subir a Primera costó 88 años de historia. El fracaso es olvidar de dónde vienes.