
Había tantas ganas de estrenar el casillero que la queja de Pellegrino quedó en un segundo plano. Incluso el propio aficionado pepinero ha visto con buenos ojos sacar un empate de Mestalla para olvidarse cuanto antes de las cuatro derrotas seguidas. Enfrente estaba un Valencia inestable, pero a fin de cuentas un equipo Champions, harto de calidad y que venía de ganar al Chelsea pese al cambio de entrenador. El escenario no era tan bueno como podía haber sido. La paradoja es que el Leganés pudo haber rascado los tres puntos si hubiese habido justicia.
Ni con Asier Garitano en el banquillo (sólo aquella mano de Bakambú con Iago Herrerín clamando al cielo), ni con Mauricio Pellegrino, en el Lega se ha hablado más de la cuenta para dejarse notar. (Los resúmenes de LaLiga ocultan la repetición de la jugada y el plano no deja diferenciar dónde se produce el contacto). No sé si esto sirve de algo, pero creo que lo que no sirve es quedarse callado. El penalti pitado ayer al Valencia no es digno de la Primera División española, un error que puede ser definitivo. Una acción que ni tan siquiera es falta y además se produce fuera del área.
Mirando al miércoles -destinos del fútbol-, el Lega recibe al Athletic de igual manera que recibió la temporada pasada al Barça. Con sólo un punto de 15 posibles, pero habiendo iniciado la fase de despegue. En este equipo hay trabajo, talento y saber estar para afrontar estos baches. Es una suerte tener capitanes como Bustinza, Rubén Pérez o el Pichu Cuéllar. Ahora llega el momento de dar sentido a ese empate en Valencia. Convenimos que el punto es un gran «punto» de partida para lograr cotas más altas.
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